“Fotografías y textos: Archivo A.C. “La Diezma”
El Pozo de los Aines es una dolina formada por el hundimiento de estratos calizos y yesosos, debido a la acción de las aguas subterráneas. Se trata de un gran pozo de 22 m. de boca, 23 m. de profundidad y hasta 32 m. de desnivel. Su descenso se efectúa mediante una cuerda, bien por su boca, o también por la cueva excavada por uno de sus costados, y posteriormente con una cuerda. La vegetación del fondo contrasta con la de los aledaños, ya que el cúmulo de humedad permite el crecimiento de innumerables plantas propias de lugares húmedos que tapizan las paredes de la sima y cubren su suelo. Ejemplo es el helecho llamado “lengua de ciervo” que no ha sido localizado en otras simas y que se expande por todo el fondo.
Uno de los parajes naturales más singulares de la Comarca de Tarazona y el Moncayo es la Sima o Pozo de los Aines. Imponente cavidad kárstica cuyas, características, tradicional leyenda y localización pasamos a describir:
CARACTERÍSTICAS.
El Pozo de los Aines es una dolina formada por el hundimiento de estratos calizos y yesosos, debido a la acción de las aguas subterráneas. En opinión del Dr. Francisco Pellicer, profesor de Geografía Física de la Facultad de Filosofía y Letras de Zaragoza, el pozo se formó no hace mucho tiempo, geológicamente hablando, posiblemente en la baja Edad Media. Aunque otras fuentes le dan más antigüedad al existir en su interior un camino que bajaba hasta el fondo empleado para extraer agua para riego, y haberse encontrado en sus proximidades restos arqueológicos de épocas romas y musulmana. Es citado por el geógrafo Juan Bautista Labaña en su “Itinerario del Reyno de Aragón (1610-1620”. El terreno donde se encuentra perteneció durante muchos años, como villa o torre de recreo, al Arcediano de Tarazona y en la actualidad la finca de olivos donde se encuentra es propiedad del Ayuntamiento de Grisel.
La Sección de Espeología del Centro Excursionista Moncayo de Tarazona, en su trabajo sobre “Catalogación de Cavidades del Moncayo” nos dice respecto al pozo: “Se trata de un gran pozo de 22 m. de boca, 23 m. de profundidad y hasta 32 m. de desnivel. Su descenso se efectúa mediante una cuerda, bien por su boca, o también por la cueva excavada por uno de sus costados, y posteriormente con una cuerda. La vegetación del fondo contrasta con la de los aledaños, ya que el cúmulo de humedad permite el crecimiento de innumerables plantas propias de lugares húmedos que tapizan las paredes de la sima y cubren su suelo. Ejemplo es el helecho llamado “lengua de ciervo” que no ha sido localizado en otras simas y que se expande por todo el fondo”.
El nombre de Aines tiene su origen en el árabe “ayn”, manantial o fuente. El profesor Manuel Gargallo Sanjoaquin, en su trabajo publicado en la revista Turiaso XI, “Toponimia Turiasonense”, menciona lo siguiente sobre el Pozo de los Aines: “Formado sobre el sustantivo “Ayn”, fuente, manantial, ojo. El plural puede deberse en opinión del arabista DR. Juan Antonio Souto, a que el topónimo es tardío, tal vez de época mudéjar, de ahí esa desinencia no árabe, acuñada por personas que no dominaban la lengua, sometida a un proceso de acomodación al castellano. Otra versión más popular lo asocia con una chica llamada Inés que cayó al pozo encontrado la muerte en sus profundidades, por lo que le llamaron “El pozo de la Inés”, degenerando hasta acabar en “Aines”.
LEYENDA TRADICIONAL.
Hacia 1535 los habitantes del pueblo de Grisel eran en su mayoría moriscos, musulmanes convertidos forzosamente al cristianismo, siendo muchos los que en secreto seguían practicando su antigua religión. Así vivía un rico moro llamado Hamet-Ben-Larbi, que en un día festivo, y no guardando el precepto cristiano de “de oír misa los domingos y fiestas de guardar”, (según algunas versiones el día festivo era el de Santiago, otros la Virgen de Agosto e incluso el día del Corpus Christi) aunque tradicionalmente la fecha más mencionada es la de la Virgen de Agosto. Ese día festivo salió el moro a trabajar con su criado a una era con el fin de trillar, al poco de comenzar la faena se oyó un gran estruendo y el moro, el trillo y las caballerías desaparecieron en un gran agujero que allí se hizo, el Pozo de los Aines. Los habitantes de Grisel asustados por aquel fenómeno lo atribuyeron a un castigo de Dios por trabajar en un día festivo.
Otras leyendas dicen que en el pozo vivieron ermitaños, por las cuevas que hay en el fondo, y que sirvieron al escritor Miguel Mena para recrear un pasaje de su novela “Bendita calamidad”. La imaginación popular va más lejos, llegando a comentarse que existían pasadizos que llegaban hasta el castillo del pueblo, empleados para huir del mismo cuando éste era asediado. Leyendas fantásticas que se suelen contar sobre el misterioso Pozo de los Aines. Aparte de todas estas leyendas por las que es conocido el pozo, estos últimos años gracias a la difusión del mismo en folletos turísticos, prensa, radio, etc., son muchísimas las personas interesadas en visitarlo, actualmente con todo tipo de seguridades desde la reciente rehabilitación del año 2013.
LOCALIZACIÓN.
Se encuentra situado al oeste del pueblo de Grisel (coordenadas UTM: 30T XM 051 371) dentro de su término municipal, y a una altitud de 617 m.
Para llegar hasta el pozo, si se viene de Tarazona o Zaragoza a través de la carretera local que lleva a Grisel tomaremos la nueva variante antes de entrar al pueblo a la derecha y si se viene por la pista a través de La Diezma, llegaremos hasta la Plaza de la Iglesia y continuaremos todo recto por la calle San Antón, hasta llegar al cruce con la variante anterior. Continuando unos metros más adelante nos encontraremos con el pilar (o pilón) alzado en honor a San Antón, siguiendo el camino asfaltado dejaremos a la izquierda unas bodegas abandonadas. Podemos optar por aparcar allí el coche y continuar andando; o cruzar por el cauce encementado de la acequia de Irués, y aparcar en otro aparcamiento más grande que encontraremos tras una pequeña subida. Desde el fondo del mismo se puede ver unas magnificas vistas de los pueblo vecinos y de Tarazona. Durante el trayecto varios paneles nos van dando todo tipo de información sobre la Comarca, Grisel y el Pozo. Continuaremos a pie por un camino señalizado que baja por la parte derecha y que nos conducirá, tras volver a cruzar la acequia junto a una noguera, a un campo de olivos en cuyo centro se encuentra el Pozo de los Aines.
Tras la adquisición de la finca donde se encuentra el Pozo por el Ayuntamiento de Grisel, éste procedió el año 2013, con la ayuda del Plan de Competitividad Turístico del Moncayo, a su acondicionamiento y rehabilitación. Unas mesas con bancos nos invitan a descansar o merendar, antes de que nos encontremos con el Pozo de los Aines totalmente vallado. En un lateral encontraremos una bajada con unas escaleras de piedra acondicionadas con barandillas que nos llevarán hasta un magnifico mirador panorámico. Desde allí podremos admirar el pozo con la frondosa vegetación que cuelga por sus paredes, y su fondo lleno de verdes plantas, junto con el rumor del agua que escurre. Todo ello crea un microclima especial varios grados más fresco que en la superficie, sobre todo en verano, y que tendremos sumo cuidado en no alterar respetando los diversos animales y plantas que viven en este hábitat tan singular. Unos sensores de presencia activan un sistema de información acústica que nos va contado las características del pozo, su leyenda, etc., así como la iluminación nocturna. Como ya hemos dicho anteriormente un lugar único, tanto por su naturaleza, como por sus leyendas.