La proximidad de ambos pueblos llevó a los pocos habitantes de Samangos, más pobres que sus vecinos, a ir a vivir a Grisel llevándose con ellos todas sus pertenencias e incluso las tejas de sus humildes casas. La tradición relata que el Cabildo obligó a los de Samangos a volver a habitarlo, bajo amenaza de quitarles las tierras y haciendas si no lo hacían, por los que un 23 de abril resolvieron volver, dándoles los griseleros pan y vino con que acompañar la primera comida, saludándose unos y otros en el camino mientras estaban a la vista. En conmemoración, todos los años celebramos San Jorge con especial cariño. ¡No te pierdas este año la celebración!
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